Valor de Ley

Los Cohen son los Cohen, junto con Eastwood del grupo de directores vivos que menos me han defraudado. Decía alguien que los grandes nunca defraudan. Y para grande Jeff Bridges. Hace ya tiempo que forma parte de ese excelso club de los actores que maduran en lugar de envejecer, con El gran Lebowski le hicieron la tarjeta de socio VIP.

Súbanse a la diligencia

Comenzamos por la ambientación, a mi modo de ver es perfecta, la mejor ambientación del lejano oeste que haya visto. Los tipos sucios son muy sucios, incluso los pulcros tienen un sentido de la higiene un tanto peculiar. Hay patillas que son un gato apaleado y frito.  ¿Y eso es ambientación? ¡Pues claro! Hasta las narices de gladiadores depilados como gogós, señores del renacimiento con dentadura perfecta o dejes en la vestimenta de la época en que se filmó, épicos son los tupés del Peplum.
Hay un primer plano del jefe de una banda de forajidos dirigiéndose a gritos a Rooster Cogburn y el tipo, con la cara polvorienta, llena de lamparones, salivilla reseca en la comisura y dientes escasos como la honradez en política, pone perdido de perdigones al espectador. Sin excesos, gracioso pero sin excesos, tan sucio como sucio podía ser un tipo que no veía una bañera en meses y se arrastraba por el monte, como una alimaña más, huyendo de la Ley.
Pasamos a la música. Solo se oye una piano de pared, melodías parcas y un sonido crudo que perfectamente podría estar interpretándose en una habitacion de cualquiera de los caserones de madera que aparecen en la película.
La propia naturaleza es también cruda. En muchos westerns los planos de "la pacha mama" son una oda a su majestuosidad, en este caso tan solo transmiten hosquedad y gelidez, la luz es gris y fría, los árboles deshojados y pálidos, los humanos son un animal más en el ecosistema, susceptibles por tanto de convertirse en pasto de los buitres.

Western sin cocinar

En general todo es muy fiel, tanta fidelidad que desmitifica el western que conocemos, un territorio hostil en donde los héroes se ven obligados a hacer justicia a balazos. Pues resulta que los héroes son borrachos, que tienen que rendir cuentas en un juzgado, que no son respetables, que matan a sangre fría como lo haría un cuatrero, que duermen en el almacén de una tienda regentada por un chino... en definitiva que la diferencia entre éstos y los villanos es una lucecita que titila débilmente en el fondo de un pozo muy estrecho que además huele mal. También hay que decir, por amor a la honestidad, que es el viejo truco de difuminar la linea entre el bien y el mal. El film podemos etiquetarlo de Western crepuscular, etiqueta que se ha puesto de moda entre los pocos especímenes del género que en los últimos tiempos aparecen, quizás sea nostalgia de una época dorada o querencia por el rigor de contar las cosas como realmente eran y no como historias épicas destinadas a glorificar el nacimiento de una nación.

El reparto

Hailee Steinfeld, la niña, está estupenda, es repelente y maridispuesta. Una vieja dentro del cuerpo de una niña de metro ochenta, con algún exceso rayando lo cómico, marca de los Cohen. Es lo que antaño se estilaba. No hará tanto los críos hablaban de usted y dejaban de ser críos en cuanto comenzaban a trabajar de sol a sol, eso sucedía siempre antes de los dieciocho. Si podéis verla en cualquier foto fuera del rol, es una adolescente guapísima que promete como mujerona, lo digo porque es completamente lo opuesto a su papel. Seguro que oiremos hablar de ella durante muchos años.

Josh Brolin, a pesar de que su destino es el motor de la historia tiene un papel pequeño. Hace del asesino del padre de Matie Ross, un criminal palurdo y manipulable, cuyo fin no puede ser otro que la horca. Correcto, aunque claro, si fuera un patán no tendría muchos minutos para cagarla.

De Matt Damon, siendo justos, hay que decir que es un actor irregular con algún que otro gesto que no consigue quitarse. Se que muchos de vosotros directamente lo odiáis pero tendréis que admitir que en esta película ha logrado un buen personaje, es un Ranger de Texas que anda tras la misma presa que Cogburn desde hace años. Tiene una caracterización un tanto peculiar, es un tanto cómica pero con el encanto del clásico. Envarado y orgulloso de su rango, termina aprendiendo a base de revolcones de un lobo solitario de costumbres reprochables.

Y llegamos a un Jeff Bridges envejecido y cebado para el papel. Rooster Cogburn es un aguacil anciano en el umbral de la senectud, tuerto, ahogado en el alcohol, en la soledad y la degradación moral. A lomos de un caballo no menos fondón, imparte justicia como lo harían los pioneros más duros y reaccionarios que se instalaron en el nuevo continente. Ante la duda dispara, si pagan bien dispara, por misericordia dispara, por fardar dispara. A veces esa lucecita de la que os hablé, parece querer brillar con fuerza, pero un asomo de vergüenza por mostrar bondad termina reprimiéndola, es demasiado tarde para cambiar. Tan patética es su figura que a veces se incurre en una comicidad que da reparo apreciar, tenéis que verlo montado borracho como una cuba su caballo, bamboleándose de un lado a otro mientras balbucea canciones y trozos de frases inconexas. Es el perfecto antiheroe, un lúser despreciable y encantador.
En definitiva, y a falta de corroborarlo viendo Biutiful, porque ya he visto el discurso del Rey, a Jeff Bridges habría que darle un par de Oscars o tres, no tengo suelto ahora mismo. Si cabe la comparación con Doña Portman, Bridges gana.

PostData llorona que tiene que leerse en plan Scarlett O'Hara, de rodillas con el puño en alto y filmado desde el techo (¡acción!)

Fui a ver Valor de Ley a sabiendas de que probablemente la semana siguiente dejarían de pasarla, porque la habían relegado a dos pases, uno tarde y el otro en sesión golfa. Éramos 7 en la sala. Para acceder a la sala más pequeña del multicine tuvimos que sortear las colas de la entrada simultánea a tres salas donde se proyectaba Torrente 4 en (comillas como puños) 'sobrecogedor' 3d, ¡Por eso me indigno!, me da tristeza que  se premie con el precio de la entrada bazofias como Torrente. Ciertamente Santiago Segura no engaña a nadie, lleva vendiendo caspa desde hace más de una década, al que le pille desprevenido es que acaba de regresar de un viaje interespacial. ¡Ay! ¿Cuándo llegará mi hora del retorno a la Tierra?

Cisne Negro: Natalie Portman se Consagra

Tiene un arranque muy lento, pero para hacer el retrato de esta particular fragilidad se requieren muchas pinceladas, unas sutiles, otras no. Aronosfsky tiene que asfixiarnos en la claustrofóbica casa de una madre que expía sus frustraciones a través de su hija, un hogar que no puede llamarse así, pequeño sobrecargado, una prolongación del lugar de trabajo, la caja de musica convertida en prisión.
Hacernos comprender la crueldad soportada en la pugna con la élite de una profesión ya de por si elitista. Esbozarnos al monstruo que en cierto momento todos podemos llegar a albergar dentro, ese que empuja mucho más de lo que sospechábamos para seguir hacia adelante, que traiciona, el mismo que aviva el temor al fracaso, el que te puede hacer ver fantasmas donde no los hay.
Todo ese drama, ese terror, está dentro de una muñeca de porcelana de ojos tristes que apenas sonríe.
Se tocan muchisimos tópicos de la profesión; la profesional frustrada, la estrella que agoniza, la oscura figura de poder, la némesis con puntillas, los atajos tortuosos para alcanzar el éxito... Eso, en ocasiones, puede llegar a molestar porque obviamente son muchos tópicos como para profundizar en todos ellos. Otra cosa que también puede llegar a molestar es el efecto borroso por movimiento, aunque es comprensible como parte de un mecanismo de transmisión del punto de vista a la primera persona, especialmente cuando se ejecuta una coreografía de ballet.
Pero después las sombras son rotas por las luces y nunca mejor dicho, para el director el mundo es un escenario dominado por la luz, desde la tenue y cenital en los climas opresores, la ambiental suave, blanca y fría para denotar opulencia vacía, las estridentes, pulsantes y contrastadas para evocar el arrebatamiento de una acción.
Los espejos son otra constante, en los baños que se convierten en refugios para la ocultación de secretos, en casa en forma de tríptico, en los camerinos, salas de ensayos, en el reflejo del cristal de un taxi...el espejo es el abismo.
Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo te devuelve la mirada. Nietzsche.
Poco a poco va apareciendo el paralelismo con la propia obra de Tchaikowsky, van convergiendo las historias, a veces parece que se va a desmarcar del clásico o que no puede llegar a encajar de ninguna manera pero el destino, por definición, es inexorable. La muñeca de porcelana se deshace con cada paso que la acerca a aquello para lo que fue fabricada. Prueba la salvaje libertad, cruza la linea que siempre maldijeron, la oscuridad le invade por una noche y le gusta su tacto, suaves plumas que hieren pero no duelen, es lo que le hacía falta para volar. El cisne negro comienza a agitar sus alas y se lleva su alma más alto en en cada batir, desde arriba todo se ve distinto, también se percibe el profundo vértigo al intuir la caída.
Ese vértigo se apodera de su interior confuso, palpita en cada plié, le destroza y le da la vida. Ese palpitar le llega a arrebata su propio yo, la muñeca de porcelana finalmente cae desde los cielo rompiéndose en mil pedazos, el final ha llegado. Ha sido perfecto.

Un mundo interior retratado con luz y mil detalles

En la película se juega desde un principio con la mente y sus oscuros laberintos; el Eros, el Tánatos, los miedos, la frustración, la presión externa, el mayor terror que es perder la identidad, descubrirte a ti mismo por la calle. Todo ello porque la épica de la historia está por completo contenida en el pellejo de LA Portman, prácticamente la mitad del film es un primer plano de Natalie, congestionado por la emoción y los nervios al principio, lívido al ver como su sueño la está matando, regio y sediento cuando el cisne negro comienza a aparecer. Cierto es que, parece una obviedad, hay más actores (Winona Rider, y Vincent Cassel), son meros secundarios, en el caso del personaje de Cassel puede turbar un poco su magnetismo oscuro pero igualmente termina diluyéndose en la tragedia interior de la protagonista, Nina.
Hay infinitos planos de apenas un segundo que cuentan más historias que media hora de voz en off. Recuerdo dos en particular; Uno de 3 segundos en el final del primer acto en donde la cámara va tras Natalie, conforme avanza hacia bambalinas de la mano del príncipe es bañada por cada uno de los tonos de los foco, la leyenda ha cobrado vida. Y el otro, es en la escena en donde se convierte en cisne negro progresivamente con cada fueté, en uno de los giros se deja ver durante menos de un segundo a las bailarinas en el backstage entre espejos, calentando, mientras inmóviles se asombran de la deslumbrante transformación...era un cuadro de Degas.
Aunque tiene un inicio lento y la temática no es asequible a todas las sensibilidades, va ganando en fuerza con los minutos. Quizás el asunto de la transformación se mastica demasiado, quizás el papel de la sustituta cuya sombra acecha y seduce por igual es el mismo satanás infinitas veces encarnado en una efigie seductora. Pero hay un algo imperfecto en esta película que sacude al espectador que tenga algo más que órganos en el pecho. Es la osadía de hacer que la pálida figura de Natalie Portman se masturbe ante su propia madre, de abordar un clásico, aunque sea desde fuera, con las pelotas que rara vez se echan en el cine, es retratar a Ícaro abrasándose por alcanzar el sol, es la tragedia griega remozada.
A mi en varias ocasiones el corazón compungido me puso los ojos vidriosos porque al final la tragedia se consuma, como a mi me gusta.

Polémica tardía

Ahora, ya han pasado los meses, La Portman tiene su Óscar (tm) y el tiempo ha ofrecido su perspectiva. Tardaron un poco en oirse las voces críticas, especialmente la de la doble que interpretó las escenas más técnicas de baile, según ella resultaron ser el 95%, el milagro se obró gracias al reemplazo de rostro digital. Luego está la propia Natalie, afirmando que masturbarse ante la cámara fue repugnante e igualmente desagradable besar a Mila Kunis (No sabe lo que dice), que le resultó muy violento tener que ver el montaje final sentada junto a sus padres. En fin, no vamos a hacer prensa rosa, hoy no, mañana quién sabe.

Buenas noches bienvenidos, nietos del Rock'n'Roll

Antes de nada anunciaros que por cada entrada de música que escriba de aquí en adelante, tengo la intención de confeccionar una lista de reproducción de youtube con lo mejorcito del artista, para que la abráis en otra pestaña mientras leéis y podáis sumergiros por completo en su creación. LISTA DE REPRODUCCION.


Si desde la cuna oyes que desde la tele un señor estiloso y de tupidas patillas te grita a todo pulmón "bienvenido hijo del rock'n'roll", quedas sin saberlo bautizado por el rito pagano del perpetuo inconformismo,es el jadeo de eros, el Hálito negro de Tánatos.
Siempre he pensado que ha sido un viejo prematuro, o al menos como tal lo han considerado, porque desde que alcanzan mis recuerdos le persigue el título de una de sus canciones “Los viejos rockeros nunca mueren”. Y también desde que puedo recordar, quizás no los rockeros pero el rock se muere una y otra vez; murió el twist, el rock'n'roll, el hard rock, el punk, el glam rock, el heavy... Es un género maldito con una mala salud de hierro, que no ha terminado de deslumbrar masivamente al mundo, aunque su llama no se extingue y son ya sesenta años ardiendo en las voces de unos y en las guitarras de otros.
El señor Ríos ha estado en cada resurrección tocando todos los palos, quizás no puramente pero si imbuido del espíritu del subgénero reinante en cada época; twist, hard rock, pelín de glam, una miajilla de heavy, rock ochentoso, rythm and blues, blues, soul, rock sinfónico (oigase canción para un nuevo mundo para quedarse de piedra), rock and roll clásico, pop rock...Todo con acierto.
Me ha hecho gracia leer que siendo de una familia más que humilde, su salto a la fama comenzara en 1960 ganando un concurso de Radio Granada llamado Cenicienta 60, de ahí a Madrid y a luchar. 
Escuchar su discografía o una sesión intensa de Rock and Ríos es recordar la historia del género en español, Vuelvo a Granada es la perfecta máquina del tiempo. Y es que este tipo grabó antes que los Beatles, hizo rock cuando el rock no existía en España porque el tito Paco no tenía simpatía por el diablo.

No puedo presumir de seguirle desde sus inicios, no tengo ni la edad adecuada, la primera vez de la que tengo consciencia de su figura sobre un escenario fue en la gira El gusto es nuestro que le llevó por la geografía de este país que junto a Ana Belén, Victor Manuel y Joan Manuel Serrat. Y por aquellos entonces mi concepto de este hombre dista mucho de la respetable figura que es para mi hoy. Para un prepúber inconsciente eran una panda de carcamales en sus últimos días, llamadme sacrílego y yo os contestaré con cualquier otra palabra de cuatro sílabas, aunque en parte era acertado porque siendo honestos el único que ha mantenido el tipo a todos los niveles desde aquellos entonces ha sido Miguel Ríos. Era el parecer de un zagal con pelusilla en el bigote y heridas en las rodillas, el tiempo pasa y uno madura, si mal no recuerdo este martes fue cuando sucedió tal cosa.
Se puede pensar que con la publicación de Vuelvo a Granada, un grandes éxitos al uso, rubricó el comienzo del fin, como usualmente sucede con este tipo de discos; es un hito que indica que hay algo que recordar pero peligroso porque el es fácil adormecerse en un recuerdo dulce. Quizás le pasara al principio pero luego recuerdo 60 mp3, como sesenta tacos que cumplía, espléndido ejemplar donde ejecuta el mejor blues en español que puedo rescatar de esta memoria embustera, mi vida y mi cruz, el retrato amargo y suave de una relación tormentosa. 
Para terminar de renegar del tedio lo bordó con su último vástago Memórias de la Carretera, con canciones de entre otros Quique González y colaboraciones con Ariel Rot, los Secretos o el propio Quique, además de versiones popularizadas por otros artistas; Princesa de Sabina, Bajo la lluvia o Te lo dije de Quique González, Gran Vía de Antonio Flores, Mía de los Rebeldes... en mi modesta opinión, es uno de los mejores discos en los últimos años del panorama patrio.
Y al final llego el final, como cantaba Sabina, y su jubilación azuzó al gremio para rendirle tributo con Solo o en compañía de otros un disco de versiones de canciones del rockero granaíno, algo digno de audición, entre las versiones está la que hiciera M-Clan de Santa Lucía, que es como poco tan bella como la original, o la de Rock'n'Roll bumerang interpretada por las sílfides del rock, Pereza. 
Lo mejor de todo es que puede presumir de retirarse en todo lo alto. Porque nunca un rockero ha sido tan reconocido y respetado en este país, con un reciente disco homenaje del gremio y su último vástago hasta el momento todavía calentitos. Y es que además cuelga el micrófono con un tipo envidiable y en plenitud de facultades vocales, aunque él lo niegue. Hoy en día hay muy pocos que puedan jactarse de instrumento portentoso y medírsela con Miguel sin sonrojarse, lleva años haciendo gozar a miles de fans hasta el éxtasis, no en vano es el talentoso dueño de una de las más enormes voces del rock de todos los tiempos.¡¿Qué habíais pensado marranos?!
Así lo ha cantado durante medio siglo el Señor Don Miguel Ríos que en estos días se haya embarcado en su última gira en directo, Bye Bye Ríos Rock hasta el final, donde habrá muchísimos artistas arropándole, Carlos Tarque de M-Clan, Ana Belén, Pereza, Manolo García, Carlos Goñi, Amaral,... aunque no cierra la puerta del estudio, quizás le deba el disco que Quique Gonzalez quiere que haga de canciones expresamente compuestas para él. En esta entrada no he sido todo lo extenso que merece medio siglo exacto de trayectoria, pero más que un documental sobre su obra y su vida al completo es un homenaje, es gratitud, es tristeza por no poder verle en concierto y alegría por todo lo que ha dado al rock en español del cuál es el pilar central.
Este luchador clava la espada en su tierra, esa que es un manantial de lumbre que no alumbra su camino, esa cegada por su blanca oscuridad, su querida Al-Andalus, y se despide diciendo: “Vuelvo a Granada”.