Amalia Bodega

"El talento no es garantía de ninguna otra virtud humana" Robert Christgau (critico de Rock)

Esta mujer nació en el 83, repelús me da cuando los que triunfan empiezan a ser más jóvenes que yo. ¡Mierda! mis planes de someter a todo el planeta se están postergando demasiado.

Su agitada y corta vida comienza en los suburbios del norte de Londres, en SouthGate, vamos, un barrio de allá. Así como el Rabal de Barcelona o la Elipa en Madrid no le suenan a ningún hijo de la Gran Bretaña, nosotros, tercermunderos españoles, sin pudor podemos decir que es la segunda expansión de un videojuego cualquiera.

En su familia, de origen judío, hay tradición musical, concretamente de jazz, así pues empezamos a intuir de qué está compuesto el aroma elegante de su voz. A los 10 años formó una pequeña banda de rap con el nombre de sweet’n’sour, que supongo no tendría más intención que la de echar el rato con sus tiernos colegas, debió ser entonces, o más tarde…o antes…realmente no importa, cuando sus padres vieron algo en la pequeña Amalia y decidieron que debería recibir algún tipo de formación que hiciera aflorar su talento natural y acudieron a la escuela de teatro Sylvia Young Theatre School. Pero Amalita era ya una pequeña diva intratable, y fue expulsada tras un año por su contumaz desinterés, además de por ponerse un piercing en la nariz, ¡Ay la nariz! fiel compañera de farras.

También a los 13 le regalaron su primera guitarra, tres años después hizo llegar su primera maqueta a un productor, que no dudó del talento de la adolescente.

Solo tiene dos discos en el mercado “Frank” en 2003 y en 2005 “Back to black” que la ha elevó más rápido que cualquier droga al estatus de Musa a nivel mundial. Adorada por la crítica y el público es lo más cool del momento, tiembla Franz Ferdinand, está en boca de todo el famoseo planetario como la artista que debe ser idolatrada, la que les comprende y hace más pequeñas sus adicciones.

Así Amalia in the sky with diamonds, se hallaba en el paraíso terrenal, con todo lo que podía desear bajo su tacón, pero se fastidió el invento, y como en todos los buenos culebrones “cuanto más trepas al árbol más dejas el culo al descubierto” (SFDK). Y la señorita Bodega visita una y otra vez su apellido, con una mano pellizca marihuana o hachís elaborando canutos del tamaño del Hindenberg y con la otra borra el canto de su tarjeta de crédito alineando el caballo sobre un espejo, dejándolo listo para una rápida y corta carrera.

Se comenta por las internetes que la lista de sustancias es infinita, no hay droga que su torrente sanguíneo no conozca, hay vídeos en que se ve sorprendida consumiendo, incluso en pleno escenario, fotos en las que aparece en sujetador, vaqueros, descalza y errando desorientada por las calles de Londres con los ojos arrasados por las lágrimas. Noticias en las que se relatan las terribles peleas con uno de sus novios, también de vida difusa. Dos fotos ilustran el estado de ambos tras el enfrentamiento, el pelo revuelto y ojos llorosos en ella, él sin embargo luce un magnífico trabajo de uñas en cuello y rostro. Incluso encontramos una página de apuestas en la que objeto de los vaticinios es la fecha de la muerte de esta chica.

Parece haber tocado fondo y ha entrado en rehabilitación, aunque sabemos que rara vez la gente de la farándula sale limpia de ese tipo de clínicas. Esperemos que el apoyo de su madre y el Soul obren el milagro. Oremos a James Brown, ¡Amén!

Su moño de dos metros, el maquillaje pretendidamente anticuado, ese lunar junto a su boca cielito lindo, su look kitch, la extrema delgadez a la que la ha abocado la mala vida, el halo de delincuente que se ha creado tras serle denegada la visa para acudir a los grammys en los Yuesei, o esos tatuajes de pinup, hacen de Amalia Bodega esa tipa perdida y salvaje que a todo tipo le gustaría calzarse (Pablo™), ese tatuaje de su vientre con un gran ancla enmarcada por un incitante “Hello Sailor” , no hacen otra cosa que aumentar la energía de “Zorra Peligrosa” que desprende.

Ella es el Soul, el R&B e incluso el Blues que fueron y como no lo remedie no serán nunca más. El estilo de las grandes de mediados del siglo anterior perduran en ella, todo aquel que siga un poquito aquella época estará conmigo en que encarna el espíritu del tupé, del clásico micrófono metálico que agarraba Elvis, del “be my baby” de las Ronnetes, escuchad “wake up alone” o “unholy war”, y después una canción de Aretha llamada “I never loved a man” no es lo mismo, pero es igual.

Si logramos abstraernos del escándalo veremos que bajo la superficie de la abrumadora ola de éxito hay una calidad verdadera, los puristas podrán decir que nunca volverá a ser lo mismo o que la talla profesional no es equiparable, y yo les diré que aquí estamos, apurando la primera década del tercer milenio hablando de Rhytm and Blues. ¿Será la Rockstar actitud? ¿O será que si la subimos a un escenario 50 años atrás quizás nadie se preguntara de donde ha salido?