De cuando todo se va a la mierda

Las cosas se van a la mierda de muchas maneras.
Puede suceder que se vayan al infierno de una forma sutil pero anunciada. Nos olíamos que no podía acabar bien, y efectivamente la situación se va hundiendo en el barro, sin que aparentemente podamos hacer algo, o al menos sin que la situación implique una columnita en sucesos como autor del asesinato de alguien.
A veces las cosas se van al carajo sin comerlo ni beberlo, la vida te da una hostia, se va corriendo y tu te quedas con cara de idiota buscando la otra mejilla, de la vida quiero decir. Nos coje a contrapié y tardamos demasiado en asimilar un marrón tan repentino, tanto que apenas podemos hacer nada para remediar lo sucedido.
Pero lo peor, es cuando la ruina llega lenta e inexorable adornándose de malas noticias, una desgraciada espiral que termina por destruir el estado de ánimo de cualquiera. La visión pesimista de la vida se apodera de tus ojos y te empiezas a sentir más solo, pues muchas veces el hecho de que las cosas se vayan a la mierda implica que ciertas personas desaparecen de tus dias. No mueren, claro, pero conforme pasa el tiempo vas asumiendo la pérdida y el cuerpo se te queda como si realmente eso hubiera pasado. Solo te separa del luto la sutil esperanza de volver a verlos en un futuro que no se puede señalar en el calendario.
¿Qué será de ellos?
Un dia recibes un mensaje de un contacto olvidado del messenger diciendo: "¿Sabes que fulanito ha muerto? "
Y esa sutil esperanza se muere con él.
Como en el comienzo de Amelie, te dispones a borrar su número en la agenda del movil. ¡No es un registro!...era mi amigo.
Pulsé confirmar.

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