Vuelve M-Clan...de verdad

El grupo murciano por excelencia ha vuelto a escena con gran éxito de crítica, y lo de público ya se verá, aunque en su primera semana están en el 6º puesto de la lista afyve.

Si de M-Clan solo te suena “Carolina”, “Llamando a la tierra” o con mucho esfuerzo “Maggie despierta”, no los conoces, además de eso hace ya casi 10 años.

Si por el contrario, consideras que M-Clan comenzó cojonudamente con un rock impropio de estos lares que podría haber hecho historia y que sin embargo comenzaron a amariconarse en sin enchufe, tras la marcha de Campillo, para tocar fondo con defectos personales, es que te rendiste y les dijiste adiós demasiado pronto. "¡Poperos de mierda!" dijeron algunos (Galadriel).

Yo estuve apunto de quedarme entre estos últimos, pero les di una oportunidad y aunque con “Sopa fría” no se portaron del todo bien (¡madre de Dios! “Juerga general” ¿Qué hicimos para merecerla?), había visos de recuperación tipo brit-pop y rock del de antaño, buscaban su camino, era obvio. En este avión que caía empicado la inspiración entra en la cabina, toma los mandos con determinación y tira de ellos fuertemente para evitar la catástrofe. Las letras de sus canciones siempre habían sido un motor ardiendo. Tienen el dudoso mérito de un quinto puesto de una lista confeccionada por EP3, la división digital del el País, de las peores canciones de la historia con “Carolina”, familiar paradoja que fuera la más popular.

En esta situación crítica en la que se mascaba la tragedia, llega memorias de un espantapájaros que viene a ser la confirmación de mi sospecha de mejoría, la crítica se ha volcado, la revista Rolling Stone lo considera el mejor disco del mes, EP3 opina igual, Andreu Buenafuente lo comentó en su blog hace apenas 2 semanas, de hecho los llevó a su programa días después, hay un largo etcétera que coinciden. Me uno a todos ellos para decir que efectivamente el avión remonta el vuelo, no hay rastro de humo en el motor de las letras, funciona óptimamente. Tras un bache que ya duraba demasiado, del que no vamos a negar la parte de culpa que tuvo la marcha del genio Santiago Campillo, asoman la cabeza a nuestro triste panorama musical, espero que para quedarse por mucho tiempo y para mandar. Les he echado de menos, tanto como echo en falta alguna canción más cañera en este nuevo trabajo, así como una mejor selección del orden de canciones del disco, lo siento pero soy quisquilloso. Para terminar el turno de quejas, solo tiene once canciones, a ver si aprendemos de los Red hot chili peppers 28 canciones de estreno, con dos cojones.

Aún no han vuelto al rock de los viejos tiempos, tampoco tienen por qué volver esos tiempos en toda su dimensión, pero la nostalgia no hará que deje de apreciar el exquisito plato que nos ofrecen la banda del tito Tarque, enfant terrible aparentemente rehabilitado. Lo que más me ha gustado, aparte del cambio en la manera de componer, según ellos, ahora empiezan por el texto para musicarlo posteriormente, es su vuelta al sabor sureño, fronterizo, mestizo si queréis en algunas canciones, la famosa raíz americana a la que quedaron vinculados en sus orígenes. No es la tónica general pero es tal el aroma de “Las palabras” o “corazón de bronce” que perfectamente podrían ser parte de la banda sonora de un western moderno.

La especia que ha rescatado este antiguo sabor, me da a mi, que ha sido Priscus, guitarrista que se reincorpora al grupo, ya que estuvo en el proceso de creación de canciones y letras en los tan machacados principios, no hay más que mirar la autoría de música y letra de sus 4 primeros discos. También vuelve al grupo Alejandro Climent “boli”, teclista que colaboró con ellos en el pasado, de este tipo recordareis el órgano y su reconocible estilo al piano, escuchad sin enchufe y veréis cuanto de cierto hay en lo que digo. Memorias de un espantapájaros es una exquisita receta con múltiples ingredientes, aparte del ya mencionado mestizo en rama, se percibe a cada bocado, melancolía, añoranza y una pizca de ese síndrome de Ulises que últimamente comparto.

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