Descubriendo a Al Pacino

Scarface (El precio del poder)

Prolegómenos
He de confesar que no había visto ninguno de los clásicos que han hecho grande a Al Pacino, le tenía ganas a esta, comencé a ver la película y noté que el doblaje se hacía con la voz que todos le ponemos a Pacino. Pero un genio de aspecto sobrio y refinado haciendo de exiliado cubano, ex-convicto, con una gestualidad macarra y un carácter violento no merece ser doblado. Así que volví al menú, cambié a inglés con subtítulos y una vez sobrepuesto de la gracia que me hizo ver a este hombre diciendo con acento havanero “¡coño!”, comencé a vislumbrar porque este tipo ha llegado a ser quien es en el mundo del cine. Reconozco que su dicción no es perfecta, es decir, se percibe más como un estadounidense de raíces cubanas que como un cubano recién emigrado a Miami.

Lo que opina el tito Obdemurian
Hay una cosita que me ha tocado las pelotas, lo he pensado y es así como hay que decirlo, me ha cabreado la música, solté un gran ¡pffff! cuando en la contraportada del DVD, puedo leer algo así como “…la arrolladora banda sonora de Alexander Moroder…”, si arrolladora significa que no puedes abstraerte de esta y centrarte en el guión, pues si, es arrolladora. Lejos del sintetizador a gogó y el tufillo ochentoso que lo impregna todo, lo que me molesta es cuando se parece sospechosamente a la de Blade Runner en algunos pasajes. Salvando las distancias o más bien los insondables espacios cósmicos, temo que es algo intencionado pues Scarface y Blade Runner son prácticamente coetáneas.
Otro descubrimiento es Mary Elizabeth Mastrantonio, que hace de Gina, la hermana de Tony. La recordaba vagamente de películas vistas sin interés, pero en este film da mucho el pego, mucho, no es un papelón pero está muy correcta, amén de ser un cañón de la época, que por cierto se conserva muy mal actualmente.
Se debe comprender la ambientación y la realización ochentera, así como perdonar a quien eligiera al criminal que compuso la música. Con esta premisa vais a disfrutar como enanos de un clásico del género de Gangsters. Momentos buenísimos de tensión en los que sospecho, ha podido inspirarse nuestro querido friki Tarantino. Al Pacino se sale, Steve Bauer que hace de Manny Ray es entrañable, y Pfeiffer es fría, muy fría, si quiere un mojito helado, solo tiene que meter un dedo en el vaso. Es la mejor película de Gangsters que he visto hasta ahora, sin duda merece un puesto destacado en el Olimpo.

La frase memorable

Solo tengo dos cosas en este mundo, mi palabra y mis pelotas, y no las rompo por nadie


PD: Nótese que he procurado no desvelar quien muere y quien no. (Para Galadriel, la asesina de futuras sesiones de cine)
Nuestro protagonista, Antonio “Tony” Montana desembarca en Miami durante lo que se vino a llamar el éxodo de Mariel, un exilio masivo de unos cien mil cubanos, que pedian asilo político en los Estados Unidos allá por 1980. Llega a Florida y tras un breve tiempo en una especie de campo de refugiados provisional, él y su fiel compañero Many Ray consiguen un salvoconducto tras hacer un "trabajito" donde resulta muerto Emilio Rebenga, ex seguidor de Castro ahora perseguido.

Comienza trabajando en un puesto de comida cubana, pero eso no es vida para Montana, que pronto ve en el tráfico de drogas su pasaporte hacia una vida mejor, sus maneras y su honestidad brutal, le van abriendo puertas, pasando de ser un peón a un caballero capaz de poner en jaque a su propio Rey. En uno de esto trabajitos conoce a Sosa, un intocable narco boliviano, y merced a su carácter sincero y apasionado consigue su confianza y amistad, algo que viniendo de un Señor de la droga no se debe despreciar a a la ligera. Una vez subido en el tren del dinero fácil, Montana, visita a su madre tras cinco años sin verla. Es una inmigrante honrada y trabajadora que protege con celo a su hija, Gina, del hálito corruptor de su hermano. Tony Montana, tiene las pelotas mas grandes de Florida, pero su madre lo corre a gorrazos de su pequeña casa tras intuir el modo de vida de su problemático hijo, un trance duro para Tony, mas que todos los balazos que haya de recibir.

Se enamora de la mujer de su mentor en el mundo del hampa, Elvira, encarnada por una casi irreconocible Michelle Pfeiffer, una mujer florero adicta a la coca desposeída de todo afecto. Montana consigue todo lo que se propone, incluso a Elvira. Y tras un intento de asesinato por parte de su jefe, Tony decide subir un escalón más, ser su propio jefe.

Montana despega, llegando a ser el capo más grande de Florida, poco a poco pierde los pocos valores que conservaba, mientras se hunde en la cocaína, en esa espiral de autodestrucción muerde la mano de quien le dio el gran empujón, Sosa, cuya cólera termina desatando una guerra entre narcos.

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