Todo el mundo va al café de Rick

Si hablamos de clásicos, uno de los primeros nombres que os vendrán a la mente será Casablanca, una historia de amor imposible, clandestinidad y tiempos revueltos. Por supuesto con Ingrid Bergman y Humprey Bogart, este último encumbrado como actor imprescindible de los tiempos dorados de Hollywood y del género negro. ¡Pues no! es malo, muy malo, acabo de mearme en su gloriosa carrera, de acuerdo, y con ello corro el riesgo de ser sacrílego, pero todo ello en aras de la honestidad. No he visto ninguna otra película de él, así que tengo la duda de no saber si es esta “interpretación” en concreto (nótesen las hermosas comillas) o es el actor en si, porque, o es un tipo muy, muy, pero que muy duro, o simplemente es tan expresivo como una lápida. Quedaos con el rostro con el que recita sus primeras líneas en la película, ¡eso es todo!, no va a cambiar el rictus. Es capaz de decir banalidades, frases memorables, amenazas o declaraciones que derretirían al sol con el mismo rostro y tono... ¡aish!...Me has decepcionado Juanfri. No quiero transmitir que la película sea insufrible, ya que merece mucho la pena, no solo por el film en si y por todo lo que significa. Se considera desde hace muchísimos años por la mayoría de los guionistas como el ejemplo del guión perfecto. Lo que quiero enfatizar es que todas las expectativas que pongáis en Humprey Bogart son vanas. ¡Hey Humprey! sin rencor. Espero ver algún que otro clásico del cine negro en que aparezca Bogart para que mi opinión acerca de este tipo sea más formada, y pueda entonces reafirmarme o desdecirme.
Así pues, por culpita de Juanfri, esta película va al limbo.

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